domingo, 14 de septiembre de 2014

vacaciones mediterráneas


Fin de las vacaciones. Empieza el año “nuevo” y estamos en pleno septiembre. En unos días empieza la etapa más difícil del año, hacer un master completamente en turco. El panorama parece complicado, pero al menos las vacaciones me han recargado. Después de un año de aprender turco y vivir en una ciudad que destaca no necesariamente por su belleza si no todo lo contrario, me hacía falta cambio de paisaje, mares nuevos, viejas caras y un pequeño paso por España como siempre.
Por más lugares que visite o quiera visitar siempre termino en España. España tiene una luz, una sombra,  unas tapas, una gente, unos acentos, unos dilemas y unos olivos. Tiene muchos no se ques que me tocan a la puerta y me mandan a buscar en cuanto hay oportunidad.
Después de todo un año en Turquía sin cruzar ninguna frontera, mi salud mental me pedía cambiar de aires y vaya que lo hice. De aquí para allá, de allá para acá y un no parar.  Antes solía viajar a 9 países en 21 días, ahora menos es más. Andaba buscando reencontrarme con la Patricia que el viejo continente conoce y con los amigos que conocen a esa vieja Patricia.

Así que bueno, todas mis vacaciones empiezan con trámites de visa, así que ante la complicación de hacerlo en la Embajada de España porque había que traducir montón de documentos de turco a Español y no sé cuantas cosas,  me fui a la de Grecia que todo el mundo decía que era la más fácil. Aún así tuve unos cuantos inconvenientes porque mi permiso de residencia  turca recién la había renovado y aun no me entregaban el papel formal, así que la embajada no quería  aceptar mi aplicación, hasta que finalmente después de mucho insistir, conseguí la visa Schengen a través de Grecia.  El problema de haberla conseguido en Grecia era que no podía viajar a España directamente, tenía que pasar por Grecia primero. Podía irme por mar, ya que queda tan cerca de Turquía o en avión. La mejor alternativa fue ir en avión a Atenas. Así que bueno, turismo obligado en Atenas J
No importa lo poco que uno haya estudiado en la escuela, Atenas, Grecia está en nuestros libros de historia como LA ciudad;  cuna de la civilización, del arte, de la arquitectura, de las columnas jónicas, dóricas y corintias, del Partenón, el Agora y miles de cosas. Visitar Atenas como parada obligatoria no estuvo nada mal. Una ciudad vibrante, con muchísima historia aunque calurosa en exceso. Uno de esos lugares donde ya se empieza a sudar  apenas saliendo de la ducha. La comida genial, la gente más genial todavía. Gente relajada, de buen humor, hospitalaria. En el poco tiempo que tenía traté de hacer un poco de todo. Un poco de fiesta, un poco de turismo histórico, un poco de playa. Lo favorito mío de la ciudad fue el camino desde la Plaza Monastiraki hasta el Partenón. Zona de calles pequeñas entrelazadas y llenas de gente, de restaurantes con música en vivo con vistas a las ruinas de templos. También me gustó mucho el barrio de Plaka. Una maraña de callejones llenos de flores y plantas y rincones iluminados con velas que naturalmente atrae a muchos turistas que buscan un rincón romántico para cenar. Para ser una capital me pareció que el ritmo era pausado, tranquilo. Fui a la famosa playa de Atenas pero no me gusto nada. Conocí a griegos y griegas interesantes, chicas de USA y de Tasmania. Estuve muy a gusto, solo 1 hora separa Turquía de Grecia pero se siente un ambiente totalmente distinto.




Explorada la ciudad era momento de partir. Busqué todas las combinaciones posibles para llegar a España hasta que encontré un vuelo matador destino Roma. ¿Quién rechaza un vuelo  con escala en Roma aunque haya que salir a las 3 de la madrugada? Nadie, no? Pues a Roma. Roma le ganó la batalla a Atenas. Impetuosa, maravillosa, encantadora. Me la pase increíble con dos entrañables italianos que me dieron atenciones de primera. Uno de ellos, mi amiga Sara, mi antigua compañera de piso en Granada. Fue mi guía turística personal y me llevo a esos maravillosos rincones de Roma que se ven en las películas y se suspira mientras se ve. El rio Tíber, el barrio Trastevere, la comida italiana, el Coliseo, la PORCHETTA por favooorr y la lista interminable de cosas que hacen de Roma una parada obligatoria una vez en la vida, ¡mínimo!. Mis amigos italianos me llevaron a comer a lugares auténticos para locales, donde probé una pasta exquisita. Entre tanto caminar y no parar  me dolían todos los huesos del cuerpo pero la felicidad tiene un precio...





Un viaje exprés pero súper bien aprovechado. A la hora de tomar el vuelo a Madrid no podía ni despertarme. 3 de la mañana y al aeropuerto. Era un vuelo Ryanair y yo iba con sobrepeso, por supuesto. Me tocó poner todo lo pesado de mi equipaje en la mochila que llevaba en la espalda para aligerar la maleta. Larga espera y un desorden de gente en un aeropuerto pequeño a las afueras de la ciudad, Ciampino. Sin dormir, aterrizamos en Madrid a las 9 am. De ahí a la estación de autobuses a esperar tomar el bus de 5 horas a Granada con llegada a las 7 de la noche. Muerta en vida pero feliz.
Antes de descansar como me lo pedía el cuerpo, tenía ya mi primer reencuentro en suelo español, con mi buen amigo portugués que no veía desde hacía dos años. No había nada mejor para el reencuentro que irnos de tapas en Graná. Al primer simple trago de tinto de verano y la primera tapa de mejillones yo me sentíai en la gloria, tomando en consideración que la comida española en ausencia de la comida dominicana, me sabe a casa, a placer conocido.

Como pasa con las cosas buenas, las semanas en España volaron, cuando vine a darme cuenta ya era la fecha de irme. La primera semana decidí hacer un recorrido por Andalucía, por esas ciudades que no había visitado: Cádiz, Sevilla, Mérida, Cáceres, Plasencia, etc. Después de mi país, España es el segundo país que más conozco geográficamente. Me he recorrido alrededor de 30 provincias españolas sin contar las ciudades y pueblos de esas provincias. Todavía me queda pendiente Cantabria, Galicia y La Rioja.
Así que nada, me recorrí un poco Andalucía reencontrándome con amigos y conociendo a nuevos por el camino.  Utilicé por primera vez Blablacar que es una plataforma online que permite a la gente compartir el trayecto en un mismo carro/coche por un precio más barato que el autobús. Y ahí conocí a gente muy chula con la que aún sigo en contacto.
Detallando un poco puedo decir que en Cádiz, fenomenal. Una ciudad/pueblo pequeño, con un sabor medio latino. La llaman la Habana de España, quizás por la arquitectura y el malecón que tiene junto al mar. La oficina de turismo tiene unas rutas marcadas por colores en las calles así que se hace muy fácil recorrer la ciudad de acuerdo a lo que se quiera ver. Me faltó tiempo para ver la ciudad con más calma. Allí conocí a un granadino que me mostró lo más importante y nos despedimos con unas tapas y unas cervezas frente a la catedral.



En Sevilla estuve con dos sevillanos súper agradables. Compramos unas taquillas para un concierto de guitarra en el Alcázar de Sevilla, pero llegamos 3 minutos tarde y para nuestra sorpresa ya las puertas estaban cerradas, así que  aplicamos el plan B para todas las ocasiones: ir de tapas! heheh. Entre chistes e historias recorrimos la ciudad, la Giralda, la Plaza de Toros, la Triana, el río Guadalquivir, la Torre de la Plata y del Oro, los bares con vista a la catedral y etc. Al día siguiente desayuno de churros con chocolate y luego nos juntamos con el amigo de un amigo que había quedado de conocer. Así que el grupo ya se tornaba interesante, sevillanos, una holandesa y una dominicana. Mucha buena onda, risas, historias. Lo mejor de todo es que uno de los sevillanos nos llevó a un bar donde tenían Cerveza Presidente. Fue agarrarla y sonreír.  Creo que tenía más de 1 año sin tomarme una. En definitiva, la estadía en Sevilla estuvo sin desperdicios. Comida rica, bebidas ricas, y compañía inmejorable! Una de mis ciudades favoritas.






El próximo destino fue Mérida. En Mérida se realiza cada año el Festival de Teatro de Mérida que es conocido internacionalmente por ser uno de los pocos teatros romanos en el mundo que está tan bien conservado que pueden verse obras teatrales en las ruinas originales, a pesar de haber sido construido 2 milenos atrás. La obra que fuimos a ver fue espectacular, El eunuco. El teatro abarrotado y todo el mundo riendo a carcajadas cada cinco minutos.  Genial. Un diez. La ciudad de Mérida pues pequeña, tampoco había mucho que ver allí aparte del museo, el acueducto y el Teatro, pero nos comimos las mejores tapas de secreto ibérico que he probado en la vida. Fue un viaje para comer cerdo en cada oportunidad, heheh,  ya que en Turquía no se consume por el tema de la religión. De Mérida nos fuimos a Cáceres, cuyo casco histórico  me encantó. Todas las casas y edificios de época medieval, solo se escucha el viento y los pájaros y se ven los pavos reales en los techos. Por la noche se ven todas las calles vacías, pero en cuanto se entra a un restaurant o bar sorpresivamente está lleno. Creo que la gente se esconde detrás de las paredes, heheh. Al día siguiente hicimos un poco de senderismo hacia un lugar llamado Las gargantas del Infierno, supongo que por la forma del paisaje rocoso. Muy a gusto la verdad, habíamos sudado como cerdos así que bañarnos en este balneario nos vino muy bien. Luego de eso nos fuimos camino a Madrid por unos días. A Madrid ya he ido demasiadas veces así que me fui de museos a unas cuantas exposiciones nuevas en el Caixa Forum, Museo Thyssen y el Museo Reina Sofía. Me reencontré con otra buena amiga que vino desde el norte a verme y nos pasamos el día de turistas, recorriendo mercados locales, tomándonos fotos en el Círculo de Bellas Artes y así.












Ya después de más de una semana en turisteo por Andalucía y Extremadura, era hora de irme de vuelta a Granada a reencontrarme con más amigos y a disfrutar de mi ciudad favorita. He ido a muchísimos sitios encantadores en el mundo, pero Granada tiene algo que se me ha pegado en el corazón y cada vez que voy me siento  en casa. Dos semanas en Granada a gusto, con la sonrisa de oreja a oreja desde la mañana hasta la noche, comiendo maravillosamente y juntándome con gente chula, recibiendo abrazos y besos y sonrisas y sobretodo hablando español hasta por los codos.  Los últimos días nos fuimos de playa, primero a un pueblito chulísimo llamado Nerja, en Málaga y luego a Almería, la tierra de David Bisbal. En Almería está Cabo de Gata que forma parte de lo que se considera como el único desierto de Europa. El paisaje valió la pena y las playas nudistas también, hahah. Me pareció una experiencia natural, ahí la gente sin complejos con el cuerpo al descubierto y en total contacto con la naturaleza. Llegamos de Cabo de gata a las 2 de la mañana y era mi última noche en la ciudad. Estaba como el que deja su casa, su cama, sus libros, sus perros. A esa hora recorrí la ciudad sola, las calles de bares, la calle de la catedral, todos los rinconcitos para respirar el ambiente de la ciudad y llevármela conmigo.














  
Después de esos días, he venido a Turquía con las pilas recargadas. Meses de amigos, viajes y playas han sacudido de mi vida cualquier mala energía que se haya podido acumular en 365 días. El 22 de septiembre del año pasado llegué a Turquía con esperanzas y metas que mantengo. Fue un año difícil pero el Mar Mediterráneo ha hecho lo suyo y sobretodo las reuniones con amigos  griegos, italianos, españoles, portugueses, mexicanos, amigos del mundo. Pude sentirme yo misma de nuevo, recordar a la Patricia que me gusta ser. Pude conocer gente con la chispa adecuada que me inyectó de esa energía que me hace sentir viva.
Recordé que el mundo sigue lleno de gente interesante deseosa de ser escuchada, descubierta y querida. Como esta señora de 78 años que conocí el primer día de mi viaje. Ella me contó que había trabajado de Azafata 25 años de su vida y había recorrido medio mundo. Amaba su trabajo y se rehusaba a la idea de casarse porque le gustaba demasiado la libertad que su trabajo le daba. Pero a los 50 años decidió casarse con el único hombre al que quiso según ella. Hace 5 años, su esposo murió. Me contó que no sabia que hacer con ella misma, permaneció largos años vistiendo de negro y sin querer viajar ni salir de casa. Hasta que ese mes en que ambas nos conocimos decidió que era momento de abrirse a la vida de nuevo y empezar a vestir de color. Decidió hacer su primer viaje sola a una isla griega para buscar una planta con la que se puede hacer goma de mascar, ya que colecciona plantas en su jardín en Atenas. Todo esto me lo contó tras pedirme ayuda para montar la planta en el avión y me sentí cautivada con su historia y dichosa de ser parte de ese inicio de cambio para ella aunque solo fuera escuchándola...

El mundo es un lugar enigmático pero maravilloso. Hay que salir a explorarlo y escuchar las historias de la gente que siempre dan perspectiva a nuestras propias historias y nos recuerdan lo pequeño que somos y lo frágiles y fuertes a la misma vez.

Las vacaciones han terminado, pero tengo suficiente sol acumulado en la piel y el alma para neutralizar cualquier nubarrón que se acerque. Las metas siguen estando sobre la mesa y yo sigo mirando hacia el horizonte que desde mi perspectiva, será infinito siempre...

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