domingo, 24 de mayo de 2015

Elegir es renunciar


Hace unos meses leí un articulo titulado Elegir es renunciar sobre la pelicula Boyhood. Me resultó super interesante lo que plantea; el tema de las decisiones, decisiones que nos definen, que nos atormentan.

Tomar buenas decisiones es quizás un deseo común (bueno, habrá gente que no le importe), una de esas cosas que la gente de cualquier cultura, país, edad, tiene en su lista de cosas importantes. Algunos dedican mucho tiempo a decidirse por un corte de pelo o cambiar de carro/coche o tener hijos, o irse a vivir fuera. Como plantea el artículo, elegir  X cosas es sinónimo de renunciar a X otras. Y cuando se mira como una renuncia puede ser un poco intimidante, le da mucho más peso a nuestro hábito diario de decidir.

En lo que concierne a mí,  si que he tomado decisiones que me gustaría tener oportunidad de volver a repensarlas. Claro, todo lo que he decidido me ha dado otras cosas maravillosas, desde elegir la carrera que elegí, el trabajo que elegí, los amigos, los hábitos, los viajes, etc.
Como nos pasa a muchos, me he preguntado si mis decisiones han sido las correctas. Si debi quedarme más tiempo en casa, si ha valido la pena recorrer tanto mundo. Y no, la respuesta no es sencilla. No me he podido responder a mi misma con un si o un no. Hay muchos quizás, depende, por un lado, por otro, hay muchos por ejemplo y hay muchos no sé…

Elegir es renunciar, es exactamente lo que resume este proceso que vive cualquier persona que agarra la maleta, pone el dedo en el mapa y se va.
El primer año me resultó sencillo, en España, mismo idioma, cultura a la que me resultó fácil adaptarme y sentirme a gusto. Buenos aprendizajes, buenos amigos. La experiencia española no la puedo comparar con nada. Un año y medio de muchos aprendizajes y de muchas experiencias chulas. Me enamoré de ese país colonizador al que solemos tenerle un doble sentimiento.
España me regaló otra perspectiva de la vida y llenó mis expectativas, me gustó tanto que vuelvo en cada ocasión que puedo y me siento en casa fuera de casa.
Por casualidades de la vida encontré la oportunidad de moverme hasta Turquía y la experiencia ha sido agridulce e intensa. He visto y he vivido muchas cosas distintas a lo que estoy acostumbrada. Algunas de esas cosas me han traído malos humores, otras menos. Aprender el idioma me ha sido difícil, adaptarme a la ciudad también, hacer amigos también.
Ya han pasado casi dos años, falta uno más esta aventura islámica y muchos días me pregunto si tanto sacrificio ha valido la pena. Estar lejos de todo, de todos, renunciar a la vida que me gusta y a los hábitos que estoy acostumbrada.
Todo eso y mucho más, para que al final de todo la vida sea la que soñamos o quizás todo lo contrario.
En fin, la vida es un ciclo repetido de decisiones que traen indecisiones...y valga la redundancia, hay que decidir si vivir con la culpa de no haberlo intentado o con la incertidumbre que trae intentarlo sin saber el resultado que traerá...



domingo, 14 de septiembre de 2014

vacaciones mediterráneas


Fin de las vacaciones. Empieza el año “nuevo” y estamos en pleno septiembre. En unos días empieza la etapa más difícil del año, hacer un master completamente en turco. El panorama parece complicado, pero al menos las vacaciones me han recargado. Después de un año de aprender turco y vivir en una ciudad que destaca no necesariamente por su belleza si no todo lo contrario, me hacía falta cambio de paisaje, mares nuevos, viejas caras y un pequeño paso por España como siempre.
Por más lugares que visite o quiera visitar siempre termino en España. España tiene una luz, una sombra,  unas tapas, una gente, unos acentos, unos dilemas y unos olivos. Tiene muchos no se ques que me tocan a la puerta y me mandan a buscar en cuanto hay oportunidad.
Después de todo un año en Turquía sin cruzar ninguna frontera, mi salud mental me pedía cambiar de aires y vaya que lo hice. De aquí para allá, de allá para acá y un no parar.  Antes solía viajar a 9 países en 21 días, ahora menos es más. Andaba buscando reencontrarme con la Patricia que el viejo continente conoce y con los amigos que conocen a esa vieja Patricia.

Así que bueno, todas mis vacaciones empiezan con trámites de visa, así que ante la complicación de hacerlo en la Embajada de España porque había que traducir montón de documentos de turco a Español y no sé cuantas cosas,  me fui a la de Grecia que todo el mundo decía que era la más fácil. Aún así tuve unos cuantos inconvenientes porque mi permiso de residencia  turca recién la había renovado y aun no me entregaban el papel formal, así que la embajada no quería  aceptar mi aplicación, hasta que finalmente después de mucho insistir, conseguí la visa Schengen a través de Grecia.  El problema de haberla conseguido en Grecia era que no podía viajar a España directamente, tenía que pasar por Grecia primero. Podía irme por mar, ya que queda tan cerca de Turquía o en avión. La mejor alternativa fue ir en avión a Atenas. Así que bueno, turismo obligado en Atenas J
No importa lo poco que uno haya estudiado en la escuela, Atenas, Grecia está en nuestros libros de historia como LA ciudad;  cuna de la civilización, del arte, de la arquitectura, de las columnas jónicas, dóricas y corintias, del Partenón, el Agora y miles de cosas. Visitar Atenas como parada obligatoria no estuvo nada mal. Una ciudad vibrante, con muchísima historia aunque calurosa en exceso. Uno de esos lugares donde ya se empieza a sudar  apenas saliendo de la ducha. La comida genial, la gente más genial todavía. Gente relajada, de buen humor, hospitalaria. En el poco tiempo que tenía traté de hacer un poco de todo. Un poco de fiesta, un poco de turismo histórico, un poco de playa. Lo favorito mío de la ciudad fue el camino desde la Plaza Monastiraki hasta el Partenón. Zona de calles pequeñas entrelazadas y llenas de gente, de restaurantes con música en vivo con vistas a las ruinas de templos. También me gustó mucho el barrio de Plaka. Una maraña de callejones llenos de flores y plantas y rincones iluminados con velas que naturalmente atrae a muchos turistas que buscan un rincón romántico para cenar. Para ser una capital me pareció que el ritmo era pausado, tranquilo. Fui a la famosa playa de Atenas pero no me gusto nada. Conocí a griegos y griegas interesantes, chicas de USA y de Tasmania. Estuve muy a gusto, solo 1 hora separa Turquía de Grecia pero se siente un ambiente totalmente distinto.




Explorada la ciudad era momento de partir. Busqué todas las combinaciones posibles para llegar a España hasta que encontré un vuelo matador destino Roma. ¿Quién rechaza un vuelo  con escala en Roma aunque haya que salir a las 3 de la madrugada? Nadie, no? Pues a Roma. Roma le ganó la batalla a Atenas. Impetuosa, maravillosa, encantadora. Me la pase increíble con dos entrañables italianos que me dieron atenciones de primera. Uno de ellos, mi amiga Sara, mi antigua compañera de piso en Granada. Fue mi guía turística personal y me llevo a esos maravillosos rincones de Roma que se ven en las películas y se suspira mientras se ve. El rio Tíber, el barrio Trastevere, la comida italiana, el Coliseo, la PORCHETTA por favooorr y la lista interminable de cosas que hacen de Roma una parada obligatoria una vez en la vida, ¡mínimo!. Mis amigos italianos me llevaron a comer a lugares auténticos para locales, donde probé una pasta exquisita. Entre tanto caminar y no parar  me dolían todos los huesos del cuerpo pero la felicidad tiene un precio...





Un viaje exprés pero súper bien aprovechado. A la hora de tomar el vuelo a Madrid no podía ni despertarme. 3 de la mañana y al aeropuerto. Era un vuelo Ryanair y yo iba con sobrepeso, por supuesto. Me tocó poner todo lo pesado de mi equipaje en la mochila que llevaba en la espalda para aligerar la maleta. Larga espera y un desorden de gente en un aeropuerto pequeño a las afueras de la ciudad, Ciampino. Sin dormir, aterrizamos en Madrid a las 9 am. De ahí a la estación de autobuses a esperar tomar el bus de 5 horas a Granada con llegada a las 7 de la noche. Muerta en vida pero feliz.
Antes de descansar como me lo pedía el cuerpo, tenía ya mi primer reencuentro en suelo español, con mi buen amigo portugués que no veía desde hacía dos años. No había nada mejor para el reencuentro que irnos de tapas en Graná. Al primer simple trago de tinto de verano y la primera tapa de mejillones yo me sentíai en la gloria, tomando en consideración que la comida española en ausencia de la comida dominicana, me sabe a casa, a placer conocido.

Como pasa con las cosas buenas, las semanas en España volaron, cuando vine a darme cuenta ya era la fecha de irme. La primera semana decidí hacer un recorrido por Andalucía, por esas ciudades que no había visitado: Cádiz, Sevilla, Mérida, Cáceres, Plasencia, etc. Después de mi país, España es el segundo país que más conozco geográficamente. Me he recorrido alrededor de 30 provincias españolas sin contar las ciudades y pueblos de esas provincias. Todavía me queda pendiente Cantabria, Galicia y La Rioja.
Así que nada, me recorrí un poco Andalucía reencontrándome con amigos y conociendo a nuevos por el camino.  Utilicé por primera vez Blablacar que es una plataforma online que permite a la gente compartir el trayecto en un mismo carro/coche por un precio más barato que el autobús. Y ahí conocí a gente muy chula con la que aún sigo en contacto.
Detallando un poco puedo decir que en Cádiz, fenomenal. Una ciudad/pueblo pequeño, con un sabor medio latino. La llaman la Habana de España, quizás por la arquitectura y el malecón que tiene junto al mar. La oficina de turismo tiene unas rutas marcadas por colores en las calles así que se hace muy fácil recorrer la ciudad de acuerdo a lo que se quiera ver. Me faltó tiempo para ver la ciudad con más calma. Allí conocí a un granadino que me mostró lo más importante y nos despedimos con unas tapas y unas cervezas frente a la catedral.



En Sevilla estuve con dos sevillanos súper agradables. Compramos unas taquillas para un concierto de guitarra en el Alcázar de Sevilla, pero llegamos 3 minutos tarde y para nuestra sorpresa ya las puertas estaban cerradas, así que  aplicamos el plan B para todas las ocasiones: ir de tapas! heheh. Entre chistes e historias recorrimos la ciudad, la Giralda, la Plaza de Toros, la Triana, el río Guadalquivir, la Torre de la Plata y del Oro, los bares con vista a la catedral y etc. Al día siguiente desayuno de churros con chocolate y luego nos juntamos con el amigo de un amigo que había quedado de conocer. Así que el grupo ya se tornaba interesante, sevillanos, una holandesa y una dominicana. Mucha buena onda, risas, historias. Lo mejor de todo es que uno de los sevillanos nos llevó a un bar donde tenían Cerveza Presidente. Fue agarrarla y sonreír.  Creo que tenía más de 1 año sin tomarme una. En definitiva, la estadía en Sevilla estuvo sin desperdicios. Comida rica, bebidas ricas, y compañía inmejorable! Una de mis ciudades favoritas.






El próximo destino fue Mérida. En Mérida se realiza cada año el Festival de Teatro de Mérida que es conocido internacionalmente por ser uno de los pocos teatros romanos en el mundo que está tan bien conservado que pueden verse obras teatrales en las ruinas originales, a pesar de haber sido construido 2 milenos atrás. La obra que fuimos a ver fue espectacular, El eunuco. El teatro abarrotado y todo el mundo riendo a carcajadas cada cinco minutos.  Genial. Un diez. La ciudad de Mérida pues pequeña, tampoco había mucho que ver allí aparte del museo, el acueducto y el Teatro, pero nos comimos las mejores tapas de secreto ibérico que he probado en la vida. Fue un viaje para comer cerdo en cada oportunidad, heheh,  ya que en Turquía no se consume por el tema de la religión. De Mérida nos fuimos a Cáceres, cuyo casco histórico  me encantó. Todas las casas y edificios de época medieval, solo se escucha el viento y los pájaros y se ven los pavos reales en los techos. Por la noche se ven todas las calles vacías, pero en cuanto se entra a un restaurant o bar sorpresivamente está lleno. Creo que la gente se esconde detrás de las paredes, heheh. Al día siguiente hicimos un poco de senderismo hacia un lugar llamado Las gargantas del Infierno, supongo que por la forma del paisaje rocoso. Muy a gusto la verdad, habíamos sudado como cerdos así que bañarnos en este balneario nos vino muy bien. Luego de eso nos fuimos camino a Madrid por unos días. A Madrid ya he ido demasiadas veces así que me fui de museos a unas cuantas exposiciones nuevas en el Caixa Forum, Museo Thyssen y el Museo Reina Sofía. Me reencontré con otra buena amiga que vino desde el norte a verme y nos pasamos el día de turistas, recorriendo mercados locales, tomándonos fotos en el Círculo de Bellas Artes y así.












Ya después de más de una semana en turisteo por Andalucía y Extremadura, era hora de irme de vuelta a Granada a reencontrarme con más amigos y a disfrutar de mi ciudad favorita. He ido a muchísimos sitios encantadores en el mundo, pero Granada tiene algo que se me ha pegado en el corazón y cada vez que voy me siento  en casa. Dos semanas en Granada a gusto, con la sonrisa de oreja a oreja desde la mañana hasta la noche, comiendo maravillosamente y juntándome con gente chula, recibiendo abrazos y besos y sonrisas y sobretodo hablando español hasta por los codos.  Los últimos días nos fuimos de playa, primero a un pueblito chulísimo llamado Nerja, en Málaga y luego a Almería, la tierra de David Bisbal. En Almería está Cabo de Gata que forma parte de lo que se considera como el único desierto de Europa. El paisaje valió la pena y las playas nudistas también, hahah. Me pareció una experiencia natural, ahí la gente sin complejos con el cuerpo al descubierto y en total contacto con la naturaleza. Llegamos de Cabo de gata a las 2 de la mañana y era mi última noche en la ciudad. Estaba como el que deja su casa, su cama, sus libros, sus perros. A esa hora recorrí la ciudad sola, las calles de bares, la calle de la catedral, todos los rinconcitos para respirar el ambiente de la ciudad y llevármela conmigo.














  
Después de esos días, he venido a Turquía con las pilas recargadas. Meses de amigos, viajes y playas han sacudido de mi vida cualquier mala energía que se haya podido acumular en 365 días. El 22 de septiembre del año pasado llegué a Turquía con esperanzas y metas que mantengo. Fue un año difícil pero el Mar Mediterráneo ha hecho lo suyo y sobretodo las reuniones con amigos  griegos, italianos, españoles, portugueses, mexicanos, amigos del mundo. Pude sentirme yo misma de nuevo, recordar a la Patricia que me gusta ser. Pude conocer gente con la chispa adecuada que me inyectó de esa energía que me hace sentir viva.
Recordé que el mundo sigue lleno de gente interesante deseosa de ser escuchada, descubierta y querida. Como esta señora de 78 años que conocí el primer día de mi viaje. Ella me contó que había trabajado de Azafata 25 años de su vida y había recorrido medio mundo. Amaba su trabajo y se rehusaba a la idea de casarse porque le gustaba demasiado la libertad que su trabajo le daba. Pero a los 50 años decidió casarse con el único hombre al que quiso según ella. Hace 5 años, su esposo murió. Me contó que no sabia que hacer con ella misma, permaneció largos años vistiendo de negro y sin querer viajar ni salir de casa. Hasta que ese mes en que ambas nos conocimos decidió que era momento de abrirse a la vida de nuevo y empezar a vestir de color. Decidió hacer su primer viaje sola a una isla griega para buscar una planta con la que se puede hacer goma de mascar, ya que colecciona plantas en su jardín en Atenas. Todo esto me lo contó tras pedirme ayuda para montar la planta en el avión y me sentí cautivada con su historia y dichosa de ser parte de ese inicio de cambio para ella aunque solo fuera escuchándola...

El mundo es un lugar enigmático pero maravilloso. Hay que salir a explorarlo y escuchar las historias de la gente que siempre dan perspectiva a nuestras propias historias y nos recuerdan lo pequeño que somos y lo frágiles y fuertes a la misma vez.

Las vacaciones han terminado, pero tengo suficiente sol acumulado en la piel y el alma para neutralizar cualquier nubarrón que se acerque. Las metas siguen estando sobre la mesa y yo sigo mirando hacia el horizonte que desde mi perspectiva, será infinito siempre...

jueves, 3 de julio de 2014

Pasaporte del tercer mundo

Ha salido recientemente un artículo en internet titulado How powerful is your passport? Y me surgieron algunas ideas para comentar.

Todos sabemos que el pasaporte es el documento más importante de cualquier viajero, algo así como el acta de nacimiento. Cada sello en el pasaporte es como el sello de una nueva vacuna que nos hemos puesto, heheh. Vacuna contra la rutina, vacuna para la exploración, para abrir los ojos al mundo, vacuna contra los prejuicios, vacuna para el aburrimiento, para celebrar el amor, o contra el mal de amores, contra el miedo a lo desconocido, etcétera.

Siendo el pasaporte un documento tan importante para los viajeros, resulta interesante ver como tener X o Y pasaporte altera la experiencia de este hobby tan popular y necesario. Si se viene de lo comúnmente denominado "País del tercer mundo" y se tiene alguna experiencia de viaje en la mochila, seguro que se ha vivido alguna situación relacionada con la "libertad" predeterminada de un pasaporte tercermundista. 

Al principio de los tiempos, la tierra era de todos los seres vivos y solo era necesario tener dos pies para recorrerla, puntoCon el devenir histórico, naturalmente, el poder, la avaricia, las guerras, la política se fueron generando límites y fronteras, y ahora estamos donde estamos. A pesar de que a medida que "evolucionamos" como sociedad las cosas deberían ir mejorando, no es el caso. Al menos en el caso de mi país República Dominicana, cada día hay nuevas puertas, sí, pero cerradas. Amigos europeos y estadounidenses se quejan conmigo de tener que pagar 15 euros para entrar a X o Y país, a lo cual a veces respondo con el silencio, hehe. Los estadounidenses en años anteriores inclusive viajaban sin pasaporte a algunos destinos. Así que muchos no tienen idea de como es el tedioso proceso de pedir visa hasta que se los cuento. Es normal que les sorprenda, viven en la burbuja que los sitúa el "poder" y resulta injusto.

En este artículo sobre ¿Qué tan poderoso es tu pasaporte? se muestra un mapa coloreado según el poder de los pasaportes por países. Así, los colores más claros representan los países con menos poder, y los más oscuros pues los más poderosos. Resulta interesante que el norte en su mayoría es la zona del mundo que tiene más libertad a la hora de viajar (De rojo intenso a negro). Si existen 179 países, estos países poderosos del norte, pueden salir de casa, agarrar el carro (coche), irse hasta al aeropuerto, coger el próximo avión sin que importe mucho el destino y sin que abunden las preguntas.




Los países del sur, por el contrario, como puede verse está un poco mixto, unos tienen más libertad  y para otros representa un verdadero dolor de cabeza siquiera intentar salir de casa. Como nosotros, que somos el menos poderoso de Latinoamérica, después de Haití (o sea color papel).

De acuerdo a esta estadística mi país tiene acceso a un total de 51 países a los que se puede viajar sin necesidad de visa previa. Solo hay que pagar en el aeropuerto. Pero dentro de esos 51 países, ¿a cuáles el pueblo dominicano le interesaría ir de veras? ¿o tendría posibilidades de?





Si miramos el dato según lo presenta Wikipedia, vemos que el panorama es limitado.


Por ejemplo, en nuestro continente América hay un total de 49 países, de los cuales solo a 6 podemos entrar sin problema: Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Colombia, Jamaica y Trinidad y Tobago. 
Solo 6 en toda América. Nuestra propia casa. Resulta hasta triste...  
Antes solíamos tener las puertas más abiertas. Países como Argentina, Chile, Uruguay y Perú tenían las puertas abiertas para nosotros. Ya no. Me pregunto que clase de criterio o acontecimientos los llevan a tomar estas decisiones en retroceso como el cangrejo. En un mundo con tantas barreras, habría mejor que trabajar para crear puentes, digo yo.

En el continente europeo es claro y evidente que de 60 países no podemos pisar ninguno excepto Georgia y Turquía. Dos, de 60 países. No sé, parece que somos terroristas y no lo sabíamos.

En África, que tiene 56 países, podemos entrar a 19 que no son los más conocidos como Sudáfrica o Marruecos. Está: Egipto (bien), Gambia, Gabón, Djibouti, Comoros, Cabo Verde, Burundi, Botwsana, Guinea-Bissau, Kenya, Uganda, Zimbabwe, Togo, Tanzania, Mozambique, Mauritania, Mali, Madagascar, Somalia.
Siendo sinceros, el porciento de personas a los que les interesa ir a estos lugares o que puede agarrarse un vuelo desde el Caribe hasta Madagascar, por ejemplo, es mínimo.

Asia y Medio Oriente según estos listados es el continente que en proporción nos abre más las puertas. De 60 hay 22 países a los que podemos ir sin visa. En Asia como tal podemos ir a: Corea del Sur, Laos, Cambodia, Bangladesh, Japón, Malasia, Maldivas, Micronesia, Filipinas, Mauritius, Samoa, Seychelles, Singapur, Sri Lanka, Timor-Leste. En Medio Oriente hay 5: Israel, Líbano, Irán, Armenia, Jordania. Y en Oceanía que son apenas 14 países podemos entrar a 3: Tuvalu, Palau y Las Islas Solomón.

Que sí, que para el orden y la paz mundial hay que tener reglas, pero en la repartición de reglas creo que se les va la mano. Porque yo me pregunto, ¿cuál es el daño tan grande que hace un dominicano, un cubano cuando viaja al resto de los países? ¿Por qué existe una decisión casi unánime de no permitir la entrada libre? ¿prostitución? ¿drogas? ¿el riesgo de que nos quedemos? ¿no existe acaso ese mismo riesgo con otros países que tienen más libertad? Miremos el caso de Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, ¿no pertenecemos al mismo grupo? ¿no tenemos condiciones similares? ¿qué criterio los hace decidir que no podemos entrar a 100 países como ellos, sino solo a 50?
Evidentemente hay muchas cosas en cuestión. Pero no es solo el tema de tener un pasaporte con derecho limitado, es además lo que nos implica esto y el trato que nos "merece" tener nacionalidad "tercer mundista" X (odio este término). Se suma también la imagen nuestra que existe fuera gracias a la cual se viven situaciones fuera de norma y pasan malos ratos justos por pecadores.

En mi caso me han tocado algunas experiencias relacionadas con este tema. Por ejemplo en Argentina, que fui hace unos años. Era invierno, iba cubierta de pies a cabeza (hehe, exagero). Salgo del avión, paso por inmigración y en el momento en que le paso el pasaporte al agente, me mira y me dice: 
"Colóquese en un rincón aparte por favor." Hago lo que me pide, con asombro, mientras las cien personas en la fila se dedican a mirarme. Viene un señor a pedirme explicaciones de viaje: "¿adónde vas? ¿por qué? ¿a qué te dedicas? ¿a qué vienes? ¿por cuánto tiempo? Dame tus documentos de viaje, tarjetas de crédito y demás". Sin más opción que hacer lo que el hombre me pide, le entrego mis papeles y me deja en el mismo rincón frente a los cientos de miradas curiosas. El agente de la ventanilla me da mirada poco amable además. Treinta minutos y algunas llamadas después, regresa el agente a devolverme mis cosas y me dice que la embajada de mi país está requiriendo estos chequeos y que afortunadamente no hay ningún problema conmigo.
Bien. Se me ocurren muchas ideas de como esto podría hacerse de una manera más agradable.

Días después en un bar de Tango en Palermo me encuentro con un argentino que me ve bailando salsa y me pregunta de donde soy, cosa que hasta el momento había resuelto respondiendo "Del Caribe" para evitar comentarios.  Pero él insistió así que le dije. Su expresión cambió ligeramente y comenzó a preguntar cosas y a decirme que era la primera vez que veía una dominicana en esta zona. Que normalmente las dominicanas están en un barrio llamado Constitución donde se prostituyen y demás, porque hay una mafia que se llama Mafia de blancas que trae mujeres de mi país y etcétera. Y luego de esto me invita a una copa. Bonito.

Algo parecido me pasó en España en un bar en el norte del país, donde charlaba con el amigo venezolano de una amiga de Lituania que me dijo: "Eres la dominicana más decente que he visto." Tenía muchas ganas de preguntarle ¿Y a qué tipo de dominicanas usted conoce? 
Otra día en un bus de Madrid a Granada una señora que iba a mi lado entabló conversación conmigo y me preguntó de donde era, cuando le dije, me dijo "Oh, pero ¿y hay dominicanas guapas?". Si, Doña, las hay. 

Nunca he sabido que es lo que la gente espera que uno responda ante estos comentarios. Que sí, que no contienen ninguna malicia, pero agradables de por sí no son. Es darse uno cuenta de la imagen que la cultura propia tiene fuera, no se sabe exactamente gracias a quien. A dos o tres que han salido a hacer las cosas mal hechas. Otras experiencias he tenido en México y en Colombia con relación a pasaporte/nacionalidad. En México, abordando el avión al ver mi pasaporte un agente pidió contar el dinero en efectivo de mi billetera. En Colombia me eligieron para revisar mis maletas con un perro antidrogas. Irónicamente en Turquía es el país en el que más cómoda me siento en este tema. Decir que soy dominicana para ellos resulta una novedad, se les esboza una sonrisa y todo pensando en nuestro paraíso tropical. Aquí en Turquía tengo una amiga libanesa que quiere que vaya a visitarla a El Líbano y estuvo preguntando a sus amigos si los dominicanos necesitamos visa y demás. Una amiga suya que trabaja en el aeropuerto le confirmó que no necesitaba visa pero le dijo que en el El Líbano hay una fuerte prostitución de mujeres dominicanas y que por lo tanto, suelen detenernos en el aeropuerto y llevar a un cuarto aparte para revisar documentos y hacer preguntas. Le preguntó que si yo era negra, a lo que mi amiga contestó que no y le enseñó mi foto y la chica dijo que no me reconocía como dominicana, que era la única dominicana bonita que ella había visto. Son cosas que encogen el patriotismo de uno y hace que uno sienta hasta vergüenza. ¿Hasta cuándo nuestra libertad como viajeros va a estar condicionada por cosas como estas?

¿Que la tienen mas fácil los que nacen en otro país? pues sí, absolutamente. Empezando por que tienen una fila aparte en inmigración en los aeropuertos para pasar sin mucho problema y además por estar excentos de pisar embajadas. La cantidad de documentos que nos piden para aplicar a una simple visa de 15 días para irnos a tomar un par de cervezas con amigos y reír sanamente. Y encima hay que responder amistosamente a las preguntas que nos hacen sin importar el tono con que las hacen. 
Yo veo estos procedimientos casi como aplicar a un empleo. El pasaporte viene a ser como el CV. Revisan cada página con detenimiento, mirando cada sello, cada visa. Miran los documentos bancarios, los documentos que prueban que tenemos una vida de gente decente. Y mientras escudriñan estos detalles van haciendo preguntas punzantes y mirándonos directo a los ojos como psicólogos o detectores de mentiras para determinar si somos merecedores o no de ser agraciados con la libertad de viajar. 
En la última ocasión que apliqué a visa española, en la Embajada de España me pedían una carta de invitación hecha por la Policía de Granada que costó 80 euracos. Una hoja con unas cuantas líneas y un dulce mensaje detrás especificando que si tenía la brillante idea de quedarme en su territorio, la amiga que me invitaba podría ir de 4 a 8 años a la cárcel…
Lo peor del caso es que para nosotros ya es algo normal, estamos ya acostumbrados a que en el momento en que decidamos salir de casa y que haya que pisar una embajada, algún tipo de humillación habrá. 

En definitiva resulta una situación triste, incómoda, exagerada. Somos seres humanos, tenemos libre derecho de recorrer este planeta tierra que ningún político creó. Que trabajamos todos por un mundo de todos. Y las exigencias para demostrar nuestra valía como viajeros demostrando bienes materiales que nos "aten" a la tierra de origen (o de turno) y recibir tratos innecesarios a cambio, le bajan la moral a cualquiera. Si alguno de ustedes (vosotros) que leen este texto, algún día se convierte en presidente poderoso por favor piense en la salud emocional de los viajeros del tercer mundo y haga algo por lo que yo llamo la "Libertad Viajera Mundial".

Porque en todo esto hay una cosa muy clara, el sistema hace que la gente corrompa el sistema. Que sí, que es un tema complicado, que la solución no parece fácil, pero con tanta mente brillante seguro que aparecería si se quisiese. 
Mientras más se prohíbe a los Africanos entrar a Europa en barco, más lo intentan, más vidas se pierden, igual con los dominicanos en los Estados Unidos, igual con los haitianos en República Dominicana.  Como dice mi amigo Pedro Yapor: "Cuando las personas pueden votar con sus pies no les interesa votar con sus puños." 




Que viva la Libertad Viajera Mundial y el pasaporte como verdadera puerta al mundo.
Amén.